Las mañanas llegan aprisa, voraces devoran las nocturnas horas.
Las tardes letárgicas en su avanzar rasgan mi mente salvajemente sin compasión.
Mi corazón traiciona mi alma irrigando veneno de recuerdos y sueños quebrados a cada espacio recóndito de mi ser.
Palpitante vengador. Mi mente rasgada se desdibuja y filtra ideas demenciales a mi consciente.
Todos se confabulan; eliminando toda presencia de humanidad en mí; dejándome el insoportable peso del vacío; para segundos después quebrar mis hombros y piernas con el peso de una vida de sueños rotos y promesas anuladas.
Los segundos, rastreros se aferran sin piedad en su instante.
Las noches son solitarias, aburridas y asediadas constantemente por mi peor enemigo… el único capaz de hacerme añicos… el que sabe quebrarme; el maldito del que nunca podré escapar.
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on septiembre 23, 2007
at domingo, septiembre 23, 2007
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