De nuevo me encontraba allí, frente a ese dragón que tantas veces me había perseguido, y del que tantas veces escape, excepto el día que me mató.
Simplemente simple me hallaba, nuevamente, y ya sin fuerzas, a su merced, frente a la difícil batalla que se avecinaba, sin más razón que dejarme llevar.
Ya no pensaba, ya no razonaba, sólamente me hayaba frente a él, dispuesto a morir.
Cuán difícil batalla se libró, de la cual no salí sin marca, una yaga en el pecho, hayá donde brotan las emociones, el dragón, una yaga igual; marcados para siempre partimos en la búsqueda de nuestra paz.
Tiempo habría pasado antes de que las heridas "sanaran", antes de que hubiésemos hayado nuestra paz; y sin previo aviso nuestros destinos estarían cruzados de nuevo, para volver a librar ésa batalla épica de la que se escribirían historias, de las que, junto al fuego se narraría a las nuevas generaciones, y se pasaría de generación en generación....
Cuyo final reza como prosigue...
Capítulo final de la confesión de un caballero sombrío, hallada en su diario de batallas
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on enero 16, 2007
at martes, enero 16, 2007
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